miércoles, 8 de marzo de 2017

Duales aparentes, vocablos ocupados y vacíos léxicos

Nuestro idioma está plagado de palabras, expresiones e incluso reglas gramaticales que hacen un flaco favor a los ideales de coeducación. 

En mi opinión, hay que diferenciar esta desigualdad de algo a lo que tienden todos los idiomas: la economía del lenguaje. Es verdad que, a menudo, utilizamos el género masculino como neutro aún cuando existe el género femenino de esa palabra: "Los alumnos que titulan este curso..."; y que, también a menudo, se tiende a corregir esa regla utilizando los dos géneros: "Las alumnas y alumnos que titulan este curso...". Es evidente que esto va en contra de esa economía del lenguaje y cuando estamos hablando en público, o redactando algún documento, se hace muy tedioso tanto para el emisor o emisora, como para el receptor o receptora, el seguimiento del contenido.

Otra cosa distinta, es que podamos sustituir esos masculinos "neutros" por palabras genéricas como por ejemplo: "alumnado", "personas", etc. Esto no va contra la economía del lenguaje y, sin embargo, sí es mucho más coeducador.


Pero aparte de lo anterior existen varias expresiones que explican las desigualdades contenidas en nuestra lengua:


Duales aparentes y vocablos ocupados explican un hecho parecido, que es cuando una palabra o expresión en masculino tiene un significado y su "versión femenina" tiene otro significado distinto, generalmente denotando un valor inferior o incluso peyorativo.

Un ejemplo muy claro es el de señorita y señorito. Cuando llamo a mis alumnas "señoras" siempre me interpelan diciendo:

 - Ricardo, señora no señorita, que no estoy casada.

Y yo contesto:

- Pues peor para ti.

Luego, ante su atónita mirada, les explico que conformarse con el término señorita significa aceptar que los hombres somos señores solo por llegar a una cierta edad, pero que las mujeres solo pueden convertirse en señoras si se casan con un señor. Entonces comprenden la diferencia y la desigualdad que se esconde tras el término señorita.

Por otra parte tenemos los llamados vacíos léxicos que son aquellas palabras masculinas o femeninas que no tienen una versión en el género opuesto que signifique lo mismo.

Un ejemplo de esto es la palabra machote: hombre vigoroso, bien plantado, valiente (según el diccionario de la RAE). No hay una palabra de género femenino (hembrota) que signifique lo mismo.

Otro claro ejemplo de vacío léxico es la palabra siguiente:





















"Hombre que se entromete", increíble que en el año 2017 sigan existiendo expresiones así.


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