viernes, 17 de marzo de 2017

Corresponsabilidad y conciliación: dos retos para el presente.

Después de ver este vídeo, ¿a quién no le empiezan a saltar chispas en el cerebro?


El problema de la compatibilización de la jornada laboral con la vida personal se ha convertido en uno de los más importantes temas de estudio en la mayoría de las sociedades avanzadas. Para que las ciudadanas y ciudadanos puedan desarrollarse como perosnas más allá del ámbito profesional, es decir, hay que transformar mentalidades, horarios y estilos de vida.

Es un problema muy complejo, ya que a las obligaciones laborales hay que añadir las tareas del hogar y el tiempo de atención y cuidado de las hijas e hijos (si se tienen), con lo que el tiempo para el desarrollo personal (aficiones, tiempo de relax, etc.) se convierte en escaso. Pero es más escaso aún o casi nulo, si estas tareas domésticas y laborales no están compensadas, es decir, equitativamente repartidas entre las dos partes.

Es necesario un cambio de mentalidad en las empresas, para que entiendan que tanto ellos como ellas pueden rendir de igual forma y que las obligaciones externas al trabajo son también de las dos partes. Que los hombres también tienen un proyecto de vida en el que entra la paternidad y la educación de sus hijos, con lo cual es tan aceptable que un hombre pida una reducción de jornada, por ejemplo, como que lo haga una mujer. 

Pero probablemente el cambio más importante está en la población. Las últimas generaciones han avanzado claramente en el tema de la igualdad, ni mucho menos lo necesario, pero han ido dando claros pasos hacia adelante. Los hombres comenzaron a ayudar a las mujeres en las tareas que eran propias de estas; sin embargo el siglo XXI es momento ya para cambiar ese juego de roles que también ha quedado obsoleto. Muchos de los hombres actuales no ayudamos a nuestras parejas, asumimos que las tareas domésticas son compartidas, son responsabilidad de las dos partes, con lo cual la doble jornada, que mayoritariamente es cosa de ellas, ha de reducirse a la mitad para que cada uno asuma su papel, se comprometa con la otra persoa y así pueda disponer de su propio tiempo de dedicación personal. Es lo que llamamos corresponsabilidad.

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