Tengo dos hijas.
Cuando comenzamos a leerles cuentos tuvimos la posibilidad de revisar las historias tradicionales que nos contaban de pequeños; entonces, de repente, tienes un choque de bruta realidad y te das cuenta, afortunadamente, de lo antiguos que se han quedado estos cuentos, lo sexistas y "estereotipados" que eran y que ya no quieres contar esas historias... y menos a dos niñas.
En mi caso, cuando los contaba, intentaba (dependiendo de la frescura imaginativa del día) improvisar diálogos, situaciones y finales, intentando que el papel de la niña, mujer o princesa de turno no quedara relegado a una pobre desvalida, sin personalidad, que solo podía poner orden en su vida con el niño, hombre o príncipe de turno.
Este cúmulo de estímulos, como decía en la anterior entrada, visuales, auditivos, personales y sociales, que están presentes de un modo continuo durante toda la vida de las personas, van minando la conciencia de niñas y niños, de mujeres y hombres. En ellas llega a conseguir la mayoría de las veces la autonegación de la propia identidad como "persona" en favor de otra identidad como "mujer", por desgracia peyorativa muchos de sus significados. En nosotros va reforzando la idea de masculinidad como sinónimo de fuerza, valentía, protección de la mujer, situándonos la mayoría de las veces en un plano físico por encima del sentimental.
Afortunadamente estos estereotipos están siendo combatidos por numerosas historias escritas, filmadas o cantadas que intentan mostrar a las niñas, chicas, mujeres, que su papel no tiene por qué ser secundario o subordinado en la vida real.

La conocida saga de Juego de Tronos, escrita por George R. R. Martin y llevada a la televisión por la productora HBO, está también plagada de referentes femeninos. Mujeres que se sublevan a su papel clásico y predestinado, para ocupar un rol mucho más activo y principal, tomando decisiones, ocupando puestos de máxima autoridad, luchando contra hombres o protegiéndolos sin pestañear, y todo ello sin la necesidad de perder cualidades como la belleza o la ternura; haciendo ver que todos estos rasgos no son incompatibles, ni mucho menos reservados a uno u otro género de forma exclusiva.
Afortunadamente también hay compositoras y cantantes actuales que hacen fuerza para combatir los manidos tópicos femeninos: